Marímbola
Si es así, considere el Taller de Son Jarocho Mexicano presentado por el Departamento de Música de la UC Santa Bárbara. Ideado por Ruth Hellier-Tinoco, profesora de artes creativas e interpretativas, el taller semanal cuenta con la participación del maestro Jorge Mijangos. Continuará hasta el 20 de mayo, es gratuito y está abierto al público.
Hellier-Tinoco, que interpreta música p’urhépecha del estado mexicano de Michoacán, dijo que quería introducir el son jarocho porque “se trata de convivencia -estar juntos- y permite a los estudiantes hacer música en vivo en una sesión corta”. También, agregó, les permite considerar y ser parte de discusiones sobre políticas raciales en la música.
“Esta música reúne tres elementos cruciales de México: la trata de esclavos africanos, la presencia indígena y la ‘invasión’ española”, dijo Hellier-Tinoco. “Y en Estados Unidos, el son jarocho es utilizado como música política por muchos grupos de jóvenes músicos”.
El taller, de 40 minutos de duración, se imparte los miércoles a las 11:50 horas en la sala Geiringer del departamento de música, en el edificio de música 1250. Culminará con un concierto gratuito al mediodía del 20 de mayo en el Music Bowl del campus.
Marimbol pequeño
Es increíble lo lejos que puede llevarte una sonrisa cuando no lo hacen las palabras. Sael Bernal tuvo a Steve haciendo horas extras traduciendo del español al alemán para el público, pero si él y sus colegas veracruzanos de Los Pájaros del Alba hubieran estado sin intérprete, la edición del viernes pasado del Folk Club Bonn habría seguido siendo hechizante.
Sé que se ha convertido en un hábito comenzar mis reseñas del Folk Club hablando del cada vez mayor número de asistentes, sé también que siempre aconsejo a la gente que “venga pronto”. Entonces, ¿por qué siempre llego cinco minutos antes del comienzo para empezar a defender mis 14 centímetros cuadrados de espacio vital en el bar? Tome nota: Leer mis propios consejos.
Obviamente, esta noche iba a ser muy concurrida, ya que teníamos no uno, sino dos invitados especiales extranjeros. Las posibilidades de que acabara a las 10 de la noche eran escasas, pero las posibilidades de disfrutar de la música eran enormes.
Había muchas sillas tiradas por encima de cabezas agachadas, así que un poco de ley y orden parecía muy apropiado y, en consecuencia, la salva inicial de John Harrison era justo lo que hacía falta. Police Dog Blues”, de Blind Blake, narra la historia de un hombre cuyo amor se ve truncado cuando el objeto de su afecto compra un perro policía. Por cierto, se llama Rambler (el perro, no el hombre). Stack-a-Lee” es, por supuesto, un hombre malo: mató a Billy Lyons por una discusión sobre un sombrero Stetson. La policía acabó con él, aunque en la canción no se dice si hubo un perro policía implicado. John también parece bastante amenazador esta noche, incluso su guitarra de acero parpadea bajo las luces del restaurante cuando la blande. Gracias a Dios, la alegre “Oh Well, Oh Well” apacigua el ambiente y, para cuando John interpreta con ternura “Rabbit Hills” de Michael Chapman, todas las sillas están en el suelo y el orden se ha restablecido.
Marimbol sonido
Las Cafeteras crean una vibrante fusión musical con un sonido único del Este de Los Ángeles y un mensaje político centrado en la comunidad. Sus ritmos afromexicanos, zapateado y letras inspiradoras cuentan historias de una comunidad que busca el amor y lucha por la justicia en la jungla de cemento. A la remezcla de los sonidos tradicionales del Son Jarocho, el grupo añade marimbol y cajón afrocaribeños, poesía en inglés y espanglish, e instrumentos como la jarana, el requinto, una quijada de burro y una plataforma de madera llamada tarima.
Marimbula bajo
Los esclavos africanos del Caribe fabricaban instrumentos musicales con cualquier material desechado. Las primeras marímbulas se fabricaban con cajas de embalaje de madera desechadas, con lengüetas (teclas) de madera elástica, bambú, hojas de sierra viejas, todo tipo de muelles desechados, etc. El músico se sienta encima de la caja y se agacha para puntear las lengüetas mientras golpea los lados de la caja como si fuera un tambor. La evolución del instrumento y el estilo de tocarlo son similares a los del cajón. Vea el vídeo de músicos cubanos tocando el changui en Guantánamo, cuna de la música changui, en el siguiente enlace[1].
Este instrumento fue muy importante en el desarrollo de la música afrocubana, ya que era uno de los instrumentos básicos que tocaban los músicos changuis. La música changui es la antecesora del siempre presente género son. Ambos géneros, el changui y el son, se desarrollaron como resultado de la combinación de estilos musicales e instrumentación africanos y españoles. Así, los músicos changui de hoy siguen tocando un par de bongos de cabeza puntiaguda, marimbula, un par de maracas, guiro y tres para acompañar la voz del vocalista y el coro. Todos los instrumentos mencionados son instrumentos folclóricos hechos a mano, con materiales disponibles localmente, en contraposición a los instrumentos producidos comercialmente.